Si alguien nos pregunta qué es un kimono,
seguro que no tendremos problemas para responder que es la vestimenta
tradicional japonesa, y mal encaminados no vamos. Pero la realidad es más
compleja que todo esto.
Antes de clasificar los diferentes tipos de
kimono, que ya lo haremos, y antes también de aprender a distinguirlos tenemos
que fijarnos en una primera distinción, entre lo que se llama yofuku, o ropa
occidental, y wafuku, o ropa autóctona. Hoy en día son estos dos términos los
que se usan en Japón para distinguir la ropa occidental de la tradicional, no
el término kimono.
De hecho, la palabra japonesa kimono es un
término moderno que data de la Restauración de Meiji (moderno para lo
tradicional que es este tipo de vestimenta, claro, que estamos hablando de
finales del siglo XIX), y cuyo significado cubre cualquier tipo de vestimenta,
como podemos entender si vemos cómo se escribe en japonés, 着物, ya que es una palabra compuesta por dos ideogramas. Empezamos
por el final, 物 (mono), que significa literalmente “cosa”, mientras que el
primero, 着 (ki), es la abreviatura de kiru, que significa “vestir”. Por
tanto la palabra kimono significa “cosas que se visten” o simple y llanamente,
“ropa”. Pero no debemos equivocarnos, porque naturalmente no toda la ropa es un
kimono.
Cuando los occidentales recién llegados a
Japón en aquel periodo de apertura preguntaron a los japoneses por su estilo
nativo de vestimenta, estos contestaron usando la palabra “kimono”. Hasta ese
momento los japoneses no habían acuñado ninguna palabra para definir su manera
tradicional de vestir, así que contestaban diciendo que lo que vestían era ropa,
ni más ni menos, porque no tenía un nombre especial.
Vistiendo a la manera tradicional
Existen muchísimos tipos de kimonos, con
detalles que pueden hacer referencia a la región en la que se confeccionaron, a
la edad y clase social de la persona que lo lleva, a la ocasión en la que se
viste, a la estación del año, etc. Realmente es un mundo más complejo de lo que
parece a simple vista.
Cuando se decide vestir a la manera
tradicional, es decir, con kimono, obi y todo el resto de complementos (y
habéis acertado, hablaremos de ellos en un futuro) hemos de tener en cuenta una
serie de consideraciones. Lo primero de todo es cómo vestir el kimono, ya que
no es tan fácil como parece.
Larga vida a la vestimenta tradicional
La
occidentalización de Japón trajo grandes cambios al mundo en el que el kimono y
el resto de accesorios eran una parte perfectamente integrada. Un kimono estaba
diseñado para una mujer típicamente japonesa, con cintura ancha, caderas
estrechas y poco pecho, y además acentuaba las partes del cuerpo femenino que
el estándar japonés consideraba las más sensuales: el cuello, los tobillos y
las caderas.
Hoy
en día, sin embargo, el ideal estético se ha adaptado al estilo occidental: se
prefieren las caderas anchas, la cintura estrecha y largas piernas, y un pecho
voluminoso, justamente las partes del cuerpo que un kimono esconde. Este hecho,
combinado con el cada vez mayor uso de mobiliario occidental, hace que los
kimonos cada vez se vean menos por la calle. Sin embargo, para las ocasiones
más formales, sigue habiendo mujeres que usan el tradicional kimono. Además,
las geishas siguen manteniendo la costumbre de vestir el kimono a diario, y
siguen siendo innovadoras en lo que a tendencias de moda relacionadas con el
kimono se refiere.
Otro motivo que hace que sólo las geishas
sigan usando kimonos de forma frecuente es su alto coste, y es que aunque los
hay de precios muy variados, los buenos kimonos cuestan muchísimo dinero y
ellas son de las pocas que se los pueden permitir en su día a día, porque es
una herramienta más en su trabajo.
Eso
sí, son una gran inversión ya que nunca pasan de moda y apenas necesitan
modificaciones cuando el paso de los años se deja notar en la cintura o caderas
de la mujer. De esta manera, los kimonos se pueden heredar sin ningún tipo de
problemas.
Vestir un kimono, en definitiva, es una parte
muy importante de lo que significa ser japonés, por lo que nunca llegará a
desaparecer del todo, por más que su uso se restrinja a ocasiones muy
especiales o al mundo de la flor y el sauce.
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